JEREMY BENTHAM (1748-1832)
http://www.geocities.com/alcaide_econoh/jeremy_bentham.htm
"Que cada hombre sea su propio abogado"
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"Que cada hombre sea su propio abogado"
Jeremy Bentham estaba cerca de los treinta años cuando Adam Smith publicó La riqueza de las naciones. Llegó a ser el jefe reverenciado de los filósofos radicales y fue más conocido como reformador y como pensador reformista, que como economista. Había sido, sin embargo, un activo estudiante de Economía durante una fase anterior de su vida y, en 1787, publicó una Defensa de la usura, criticando a Adam Smith por aprobar un límite superior al tipo de interés. Escribió otros estudios económicos en las décadas siguientes, pero permanecieron en parte sin publicar durante su vida. Dichos estudios contienen un cierto número de ideas originales y de amplias perspectivas, que con frecuencia diferían de lo que había de ser la tradición ricardiana; el impacto de dichas ideas sobre la opinión contemporánea había de ser, no obstante, muy tenue.
La filosofía liberal del derecho se inspiró casi totalmente en Bentham. Su teoría económica -llamada clásica o la teoría del laissez faire- formó otra corriente del pensamiento liberal que debía poco a Bentham, pero que se parecía por sus fines y su punto de vista. Como las propias opiniones de Bentham sobre temas económicos, se derivó de La riqueza de las naciones. A esto se había añadido la obra de una generación de autores ingleses, así como la de los sucesores franceses de Quesnay y los fisiócratas. La economía clásica recibió su formulación más importante en los Principios de economía política (1817) de David Ricardo, que incorporó la teoría de la población asociada a Malthus y también la teoría de la renta económica que Malthus había expuesto y a la que se ha ligado el propio nombre de Ricardo. La economía surgió, así, como un estudio social independiente junto a la jurisprudencia de Bentham y al estudio de la política.
La filosofía liberal del derecho se inspiró casi totalmente en Bentham. Su teoría económica -llamada clásica o la teoría del laissez faire- formó otra corriente del pensamiento liberal que debía poco a Bentham, pero que se parecía por sus fines y su punto de vista. Como las propias opiniones de Bentham sobre temas económicos, se derivó de La riqueza de las naciones. A esto se había añadido la obra de una generación de autores ingleses, así como la de los sucesores franceses de Quesnay y los fisiócratas. La economía clásica recibió su formulación más importante en los Principios de economía política (1817) de David Ricardo, que incorporó la teoría de la población asociada a Malthus y también la teoría de la renta económica que Malthus había expuesto y a la que se ha ligado el propio nombre de Ricardo. La economía surgió, así, como un estudio social independiente junto a la jurisprudencia de Bentham y al estudio de la política.
No fue la economía técnica de Bentham, sino su utilitarismo, el que había de dar gran estímulo al pensamiento de su época e influyó en el futuro desarrollo de la economía precisamente a través de sus nociones empapadas de utilitarismo. Abrió con ellas nuevos caminos que habían de llevar lejos del laissez faire y también, al hacer de la utilidad un concepto central en sus argumentos a favor de las reformas, expandió significativamente un área de especulación que sería de gran importancia para las posteriores generaciones de economistas.
Las reformas de Bentham, basadas en su utilitarismo y que él promovió incansablemente durante su larga y activa vida, cambiaron la faz de la Inglaterra del siglo XIX. Cubrieron una gran variedad de programas, desde la reforma parlamentaria a la de las prisiones y prepararon el terreno para la adopción de innovaciones sociales tan importantes como el servicio civil oficial y la determinación estadística de los hechos. Bentham fue, mas que nada, un estudioso de las leyes. Consideraba que su tarea más importante era la reforma del Derecho y el desarrollo de la ciencia legislativa. Intentó hacer derivar esta ciencia, a su vez, del principio del utilitarismo que, en la versión suya, hace de la felicidad -no de un individuo sino de la sociedad- el summun bonum, o "sumo bien". "La naturaleza ha colocado a la humanidad bajo el gobierno de dos señores soberanos, el dolor y el placer. Son los únicos que nos señalan lo que deberíamos hacer y los que determinan lo que haremos. Nos gobiernan en todo cuanto hacemos." A primera vista, esta afirmación parece hacer a Bentham exponente de un hedonismo egoísta en su variante psicológica -"el hombre desea sólo su propio placer"-, en su variante ética -"el hombre debería desear sólo su propio placer"- o en ambas. Sin embargo, este matiz tipo Hobbes no es el propio de Bentham. El centro de su pensamiento no es la felicidad individual, sino el "principio de utilidad" o principio de la máxima felicidad, que considera que el sumo bien es la máxima felicidad del mayor número de personas. La búsqueda que hace cada hombre de sus propios fines egoístas no hace aumentar la felicidad pública, es decir, no hay una armonía natural de intereses como la que Adam Smith había postulado o como la que había de surgir más tarde en la forma del darwinismo social o en las doctrina del laissez faire relacionadas con la teoría de la evolución. En su lugar, recae sobre el gobierno la tarea de dar lugar a una armonía artificial de intereses, por medio de la legislación. Para Bentham, la función de las leyes y de la ciencia que estudia las mismas es establecer un sistema de castigos y recompensas que induzca a los individuos a realizar acciones que lleven a la máxima felicidad al mayor número posible de personas.
En el campo del derecho penal, el principio de la utilidad aportaba, pensaba, un método natural para llegar a una teoría racional de las sanciones. El método técnico parte del supuesto de que el delito "merece" castigo, pero el concepto de crecimiento es esencialmente indefinible salvo en función de las prácticas e ideas existentes. El método natural, por el contrario, parte del principio de que el castigo es siempre un mal, porque causa dolor y se justifica sólo en tanto que evita un mal mayor futuro o repara un mal ya provocado.
Aunque Bentham había criticado que Smith estuviera dispuesto a admitir un máximo legal para el tipo de interés, su adopción del principio de la máxima felicidad no le llevó hacia el laissez faire, sino que tuvo más bien como consecuencia que reconociera la existencia de una serie importante de legítimas actividades del gobierno. Distinguió entre el programa del gobierno, la falta de programa y los sponte acta, es decir, las acciones que se puede confiar que los individuos emprendan espontáneamente. Como derivados del principio de la máxima felicidad en "inmediatamente subordinados" al mismo, enumera los cuatro grandes objetivos de los sistemas políticos, que son, por este orden la subsistencia, la seguridad, la abundancia y la igualdad, objetivos que pueden estar "en ocasiones, en un estado de rivalidad". Aunque Bentham dice que la legislación es un "mal necesario " y a pesar de su exhortación al gobierno de que se "esté quieto", su clasificación de los objetivos del a política y su discusión del "arte del gobierno en los asuntos de la economía política", señalan un nuevo punto de partida en dirección hacia una teoría de la política económica.
Este punto de partida separó a Bentham de la posición del estricto laissez faire y abrió nuevas perspectivas al pensamiento económico. Al elevar la igualdad al rango de objetivo de la política económica, aun cuando la colocara en último lugar, abrió un camino por el que John Stuart Mill, que desarrolló ideas nuevas sobre la distribución, había de seguirle. Cuando, a pesar de su oposición a fijar un máximo al tipo de interés, propuso fijar un máximo similar para el precio del grano, demostró sus escasos deseos de confiar siempre e invariablemente en las fuerzas del mercado. Cuando sugirió que el gobierno se hiciera cargo de los seguros de vida, puso el germen de la idea de los seguros sociales.
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