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1) CARTA. Año 1827
1.248.- DEL BORRADOR.
Caracas, 15 de enero de 1827.
AL SEÑOR JEREMÍAS BENTHAM.
Señor:
No es concebible el retardo que ha sufrido la honrosa carta de Vd. de 13 de agosto de 1825, recibida en Guayaquil a fines del pasado. En ella me habla Vd. extensamente de las obras que ha tenido la bondad de remitirme, y habiendo experimentado el dolor de no recibirlas, sin haber visto tampoco al señor Mill, cuyo mérito y conocimiento Vd. me recomienda. Todo me ha sido igualmente doloroso; y espero que Vd. se servirá disculpar mi falta de respuesta oportuna, ya que la culpa no ha dependido de mí.
Me será muy agradable aprovechar la oferta generosa que Vd. me hace de acoger con benevolencia los jóvenes que yo haya de mandar a la escuela de Hazelwood, cuyo plan de educación práctica me recomienda como el mejor de los inventados para desenvolver el espíritu humano.
Me han sido muy sensibles las desagradables ocurrencias que ha tenido Vd. con los griegos, en Londres, los que Vd. se ha visto obligado a abandonar por justos motivos, según parece por su apreciable carta.
Por desgracia el peso de la esclavitud apaga los espíritus y los pone en estado de ser indignos de la libertad. Por eso es que tanto merece atención el cultivo de las ciencias de que Vd. me habla, para que el hombre, aun en medio de sus cadenas, pueda descubrir siquiera que tiene derechos que vindicar. No hay duda que hace más de cuarenta años que se trabaja por remover las dificultades que se oponían a la marcha de la juventud, y yo no dudo que la escuela de Hazelwood, será del número de las que más se distingan por su método de facilitar la instrucción. Así me lo persuado yo por lo que Vd. me dice de ese importante establecimiento.
Espero con ansia que la bondad de Vd. se sirva dirigirme nuevamente las obras de legislación civil y judicial, juntamente con las de educación nacional, para estudiar en ellas el método de hacer bien y aprender la verdad, únicas ventajas que la Providencia nos ha concedido en la tierra, y que Vd. ha desenvuelto maravillosamente prodigando con profusión sus goces a los individuos de nuestra desgraciada especie, que largo tiempo sufrirán todavía el mal y la ignorancia.
Yo no podré mostrar a Vd. bastantemente todo el aprecio que me merecen las sabias comunicaciones que Vd. tiene a bien dirigirme, y, por lo mismo, yo me atrevería a desear que quisiera Vd. continuarlas con su benevolencia acostumbrada.
Yo no podré mostrar a Vd. bastantemente todo el aprecio que me merecen las sabias comunicaciones que Vd. tiene a bien dirigirme, y, por lo mismo, yo me atrevería a desear que quisiera Vd. continuarlas con su benevolencia acostumbrada.
Tengo el honor de ser de Vd. atento servidor.
Véase la carta de Bentham. O'Leary,
2) CARTA. Año 1827
1.249.- DEL BORRADOR).
Caracas, 15 de enero de 1827.
(AL SEÑOR JEREMÍAS BENTHAM).
2) CARTA. Año 1827
1.249.- DEL BORRADOR).
Caracas, 15 de enero de 1827.
(AL SEÑOR JEREMÍAS BENTHAM).
Señor:
Tuve la honra de recibir en Lima el catecismo de economía que la bondad de Vd. se sirvió dirigirme con la carta más lisonjera para mí; porque es de Vd. cuya autoridad y saber he considerado siempre con profunda veneración.
Tuve la honra de recibir en Lima el catecismo de economía que la bondad de Vd. se sirvió dirigirme con la carta más lisonjera para mí; porque es de Vd. cuya autoridad y saber he considerado siempre con profunda veneración.
Luego que eché la vista sobre esta obra elemental me pareció de un mérito exquisito y digno de ponerse en las manos del pueblo para su instrucción, y, en consecuencia, ordené que se publicase en español. Sin duda así habrá sido, pues el ministro del interior, el señor Pando, sujeto muy instruido, quedaba bastante interesado en aquel trabajo. Pero lo que más me ha satisfecho en esta oportunidad es el haber recibido un testimonio del recuerdo que Vd. hace de mí en medio de sus vastas meditaciones. El nombre de un soldado feliz entra en el mundo filosófico componiendo el vulgo de los hombres famosos, mas la distancia a que yo me hallo de Europa y el esplendor de la causa que he servido, me ha cubierto con sus rayos y me ha hecho parecer como yo no esperaba. Vd. mismo acaba de probarme con cuanta indulgencia soy visto por los primeros genios del Universo. Yo quedo obligado por este respecto a retribuir mi profunda gratitud a Vd. con las expresiones de la más perfecta consideración.
Su atento, obediente servidor.
Aparece dirigida a José Lancaster, pero con este nombre tachado, a continuación del borrador de la precedente; hemos supuesto que es para Bentham.
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William Ocampo Q.